martes, 6 de septiembre de 2016

DEFINICIÓN DEL TRASTORNO PSICOLÓGICO O MENTAL

Lo que se ha dicho hasta este momento en relación a la naturaleza diversa del trastorno frente a la enfermedad queda claramente refrendado en las clasificaciones internaciones de los trastornos mentales patrocinadas en gran medida por las instituciones médicas oficiales y psiquiátricas más influyentes
El sistema oficial de clasificación de la OMS recoge en el Capítulo V los trastornos mentales (Organización Mundial de la Salud, 1992) afirmando que "el término ‘trastorno’ se usa a lo largo de la clasificación para evitar los problemas que plantea el utilizar otros conceptos tales como ‘enfermedad’ o ‘padecimiento’. Dicho término se usa para señalar la presencia de un comportamiento o de un grupo de síntomas identificables en la práctica clínica, que en la mayoría de los casos se acompañan de malestar e interfieren con la actividad del individuo" (pp. 25-26). Por su lado, las enfermedades neurológicas, malformaciones, anomalías congénitas, lesiones, intoxicaciones y otras secuelas de causas externas, etc., son recogidos en otros capítulos de la clasificación internacional de las enfermedades.

Dibujo hecho por un paciente esquizofrénico paranoide.

La Asociación Psiquiátrica Americana, en su más reciente catálogo oficial de los trastornos mentales DSM-IV, ha evitado igualmente utilizar el término "enfermedades" para los problemas del comportamiento, por estar determinados por una interacción de factores causales, y define el trastorno mental como "un síndrome o patrón comportamental o psicológico de significación clínica, que aparece asociado a un malestar (p. ej., dolor), a una discapacidad (p. ej., deterioro en una o más áreas de funcionamiento) o a un riesgo significativamente aumentado de morir o de sufrir dolor, discapacidad o pérdida de libertad. Además, este síndrome o patrón no debe ser meramente una respuesta culturalmente aceptada a un acontecimiento particular (p. ej., la muerte de un ser querido). Cualquiera que sea su causa, debe considerarse como la manifestación individual de una disfunción comportamental, psicológica o biológica. Ni el comportamiento desviado (p. ej., político, religioso o sexual) ni los conflictos entre el individuo y la sociedad son trastornos mentales, a no ser que la desviación o el conflicto sean síntomas de una disfunción" (American Psychiatric Association, 1995, pág. XXI).

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