martes, 6 de septiembre de 2016

OPINIÓN PERSONAL.



  Dicho esto, nada quita reconocer ahora la confluencia entre la Psicología Clínica y la Psiquiatría. De hecho, es posible que las avenencias sean mayores que las desavenencias y esto es así, históricamente, tanto en el plano de la investigación como en el de la provisión de servicios. La única diferencia entre el psicólogo clínico y el psiquiatra, en lo que atañe a lo que nos ocupa, la evaluación, diagnóstico y tratamiento de los trastornos psicológicos o mentales, viene dada por la facultad legal de éste último para la prescripción de fármacos.
En relación con actuaciones forenses, el psicólogo clínico fue reconocido ya en 1959, en EEUU, como se dijo antes, para dictaminar precisamente sobre la "enfermedad mental", supuesto que el trastorno psicológico tiene consecuencias análogas a la calificación de enfermedad. Por su parte, el Psicólogo de Juzgados en el sistema Judicial español cumple funciones de este tipo.

 Ahora bien, señalado este uso compartido de funciones (investigadoras, psicodiagnósticas y psicoterapéuticas), con la salvedad de la prescripción de fármacos, cabría decir con fundamento, con fundamento en la historia de la Psicología Clínica y en la naturaleza de las cosas que, en general, el psicólogo clínico está mejor formado para la función psicodiagnóstica (sobre todo cuando de la aplicación de pruebas psicométricas se trate, lo que es prácticamente siempre) y para la aplicación de psicoterapias o tratamientos psicológicos (no así en el supuesto de los farmacológicos). Estas afirmaciones que matizan el uso compartido de funciones con una posible, y aun probable, mayor competencia psicodiagnóstica y psicoterapéutica del psicólogo clínico, se sostiene al cotejar el contenido del currículo del psicólogo clínico y del psiquiatra, donde se observaría la amplitud de disciplinas relevantes a los trastornos psicológicos cursadas por el psicólogo clínico.

  A este respecto, es interesante reparar en que esta convergencia de funciones está reconocida por la propia Psiquiatría. Así en el influyente "Tratado de Psiquiatría" de Kaplan y Sadock se dedica un capítulo a la Psicología Clínica en el que, entre otras cuestiones, se refiere lo siguiente: "La Psicología Clínica es aquel aspecto de la ciencia y la práctica psicológica interesado en el análisis, tratamiento y prevención de las incapacidades psicológicas humanas y en la mejora de la adaptación y efectividad personal. Como estos objetivos son compartidos parcialmente por otras disciplinas, el contenido y ámbito de este campo se solapan inevitablemente con otras disciplinas clínicas, sobre todo con la psiquiatría y la asistencia social clínica. La diferenciación más estricta de estos campos radica en su uso de las técnicas y contenido de la psicología básica y las ciencias biológicas y sociales estrechamente relacionadas. Comparte con las demás áreas de la psicología el énfasis en la investigación sistemática como base empírica de sus procedimientos clínicos"

  El objeto de la Psicología Clínica y de la Psiquiatría es el trastorno mental. Las clasificaciones internacionales de las alteraciones psicopatológicas que son objeto tanto de la Psicología Clínica como de la Psiquiatría se organizan en torno al concepto de trastorno mental y no en términos de enfermedad. El concepto de trastorno mental se define en términos disfuncionales o de alteración psicológica o comportamental, de tal forma que su evaluación y diagnóstico se apoya en criterios únicamente psicológicos y comportamentales. La utilización en este campo de la noción de "enfermedad" presenta una ambigüedad que no está exenta de intereses corporativos y que, desde luego, no obedece a la naturaleza de las cosas.

 Las funciones profesionales de los psicólogos clínicos y de los psiquiatras convergen en gran medida en cuanto que tienen el mismo objeto: los trastornos psicológicos o mentales. Es evidente que el psiquiatra no está suficientemente formado para utilizar con destreza los tratamientos psicológicos ni los instrumentos diagnósticos desarrollados por la investigación psicológica, ni el psicólogo posee la habilitación legal ni por ello la formación necesaria, en la misma proporción, para hacer uso de terapéuticas farmacológicas. Por ello, y en beneficio de la persona afectada, se impone la cooperación de ambos profesionales en un plano de igualdad.


  Dada la naturaleza del trastorno mental, cualquiera de los dos profesionales, psicólogo clínico o psiquiatra, se encuentra suficientemente capacitado para el diagnóstico y el establecimiento de la estrategia terapéutica más conveniente en cada caso. Consiguientemente, no tiene sentido establecer la preeminencia de uno sobre el otro.


1 comentarios:

  1. La relacion que existen en ambas es importante tenerlo claro para no confundir el objetivo de cada una, aunque ambas aporten en la psicologia caracteristicas similares.

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